LAS PINTURAS: La capilla
Sixtina, las estancias
Vaticanas de Rafael, La
Última cena
Capilla Sixtina.
Miguel Ángel realizó los frescos de la
Capilla Sixtina entre 1508 y 1512. La restauración que se realizó en la
década de 1990 mostró el increíble dominio técnico del pintor, que además no
contó con ayudantes para la realización de las pinturas, tan solo unos obreros
que prepararon la techumbre. El tamaño gigantesco de las figuras y la
dificultad de aplicar la pintura en los techos curvos convierten este fresco en
una creación excepcional. El propio artista comentó en sus escritos el dolor que
le provocaba trabajar desde los andamios.
Los frescos de la Capilla Sixtina
La complejidad iconográfica de la obra
es extraordinaria. La parte central la componen una selección de escenas del
Antiguo Testamento: La creación del mundo, La creación de Adán y Eva, El pecado
original, El sacrificio de Noé, El Diluvio y, por último, La ebriedad de Noé,
que representa la expresión más vil del ser humano contaminado por el pecado.
En ambos lados, conectando con los frescos de los muros laterales, aparecen representaciones
de las Sibilas y los Profetas, que flanquean la bóveda como precursores de la
llegada del Mesías. Los ángulos, ocupados por las pechinas, contienen escenas
de los milagros de la salvación de Israel que prefiguran la venida de Cristo.
La creación de Adán
La creación de Adán es una de las escenas de los frescos de la
bóveda de la capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel entre 1508 y 1512 en los
Palacios Vaticanos.
Cristo y la Virgen
Cristo, como juez supremo, aplaca con su gesto la agitación de
su alrededor. Su rostro podría estar inspirado en la cabeza del Apolo del
Belvedere, hoy en el Museo Pío-Clementino.
ESTANCIAS VATICANAS DE RAFAEL.
Las cuatro estancias, llamadas “de Rafael”, eran parte de los aposentos situados en el segundo piso del Palacio Pontificio, escogidos por Julio II della Rovere (pontífice desde 1503 hasta 1513) para su residencia personal y utilizados también por sus sucesores. La decoración pictórica fue realizada por Rafael y sus discípulos entre 1508 y 1524.
Estancia de Constantino
La sala, destinada a recepciones y ceremonias oficiales, fue decorada por la escuela de Rafael, basándose en los dibujos del maestro, muerto prematuramente antes de acabar los trabajos (1520). Ésta coge el nombre de Constantino (306-337 d.C.), primer emperador romano en reconocer oficialmente la religión cristiana y conceder la libertad de culto. En las paredes se hallan representados cuatro episodios de su vida que testimonian la derrota del paganismo y el triunfo de la religión cristiana: la Visión de la Cruz, la Batalla de Constantino contra Majencio, el Bautismo de Constantino y la Donación de Roma.
Estancia de Heliodoro
Esta estancia estaba destinada antiguamente a las audiencias privadas del pontífice y fue decorada por Rafael inmediatamente después de la estancia del Sello. El programa pictórico es político, con miras a documentar, en diferentes momentos históricos desde el Antiguo Testamento hasta la época medieval, la milagrosa protección concedida por Dios a la Iglesia amenazada en su fe (Misa de Bolsena), en la persona del pontífice (Liberación de San Pedro), en su sede (Encuentro de León Magno con Atila) y en su patrimonio (Expulsión de Heliodoro del templo). En la bóveda tocan a Rafael los cuatro episodios del Antiguo Testamento, mientras que en los grutescos y arcadas se conservan algunas partes que se atribuyen a Luca Signorelli, Bramantino, Lorenzo Lotto y Cesare da Sesto: éstas se remontan a la primera decoración encargada por Julio II a comienzos de su pontificado, interrumpida y luego sustituida por la actual, debido a la enorme admiración despertada en el pontífice de los primeros frescos de Rafael en la Estancia del Sello contigua.
Estancia del Sello
La Estancia del Sello contiene los frescos más famosos de Rafael, los cuales constituyen los inicios del gran artista en el Vaticano, señalando asimismo el comienzo del Renacimiento. La habitación toma el nombre del más alto tribunal de la Santa Sede, la "Segnatura Gratiae et Iustitiae". El programa iconográfico fue establecido, sin lugar a dudas, por un teólogo, y se propone representar las tres categorías máximas del espíritu humano: la Verdad, el Bien y la Belleza. La Verdad sobrenatural se describe en la Disputa del Santísimo Sacramento (o la teología), mientras que la racional en la Escuela de Atenas (o la filosofía); el Bien se expresa en la representación de las Virtudes Cardinales y Teologales y de la Ley, mientras que la Belleza en el Parnaso con Apolo y las Musas. Los frescos de la bóveda se unen a las escenas ubicadas abajo: las figuras alegóricas de la Teología, Filosofía, Justicia y Poesía aluden, en efecto, a las facultades del espíritu pintadas en las paredes correspondientes.
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Estancia del Incendio del Borgo
La estancia fue utilizada durante el pontificado de Julio II (pontífice desde 1503 hasta 1513) para las reuniones del más alto tribunal de la Santa Sede. A esta función están ligadas las pinturas de la bóveda, encargadas por el papa a Pietro Vannucci, llamado el Perugino, en 1508. En la época de León X (pontífice desde 1513 hasta 1521) la estancia fue destinada a comedor y el encargo de pintar al fresco las paredes fue dado a Rafael, quien confió gran parte de su realización a sus alumnos. El trabajo fue terminado entre 1514 y 1517. Los frescos ilustran las aspiraciones políticas de León X. En las monocromías del zócalo se describen seis figuras sentadas de emperadores y soberanos protectores de la Iglesia.
LA ÚLTIMA CENA
Una de las principales
obras de Leonardo da Vinci, muestra una estudiada representación de la reacción
de los apóstoles ante el momento en que Jesús anuncia que será traicionado por
uno de ellos. Realizada entre 1495 y 1498, la “Santa Cena” fue un encargo de Ludovico
Sforza, Duque de Milán. Se ubica en el refectorio del convento de Santa Maria
delle Grazie en Milán, Italia.
Su tamaño es de
460cm*880cm.
En la parte superior de
la pared se encuentran tres lunetas, las que, junto con delinear una división
proyectada sobre la pintura, están adornadas por los escudos de la familia de
quien encargó la pintura, el Duque de Milán y su familia.
Distintos dibujos y
escritos encontrados dan cuenta de un intenso estudio fisionómico que el autor
realizó para poder representar los rostros y movimiento de las cabezas de los
discípulos.
Leonardo utilizó una desfavorable combinación de
técnicas, orientada a realiza la obra durante un largo plazo. Sobre
una doble preparación en el muro, realizaba sus detallados trazos no al fresco
sino que al óleo con tempera.La imprimatura, consistente en dos capas de yeso
pulido, no lograron frenar la humedad (propia de la ciudad) y vapor de la
cocina cercana. Esto provocó tempranamente el deterioro de la pintura.El centro de la composición se encuentra en la
cabeza de Cristo, restauradores han encontrado un agujero utilizado por
Leonardo para trazar las líneas constructivas de la perspectiva. Es al centro
donde confluyen las líneas de perspectiva, realzando el protagonismo de Jesús.
Las tres ventanas del fondo entregan una profundidad de infinito y un efecto de
contraluz.
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